Charlotte
Adam, 05/21/1949
Hoy,
05/21/1949, Mrs. Charlotte Adam, Wickrath, Sandstraße 51, entrega la
siguiente declaración sobre el Sr. Bruno Gröning:
Conozco
desde 1928 al Sr. Gröning de Danzig, que también es mi ciudad. El Sr. Gröning
en ese tiempo ya mostraba interés por las cuestiones espirituales, ayudaba a la
gente y llevaba a cabo sanaciones. Yo he conocido unos 20 casos todos ellos exitosos.
Yo he sido uno de ellos.
En
1932 padecí una amigdalitis la cual me la trataban 2 médicos, el 1º médico fue
el Dr. Hollotz, de Danzig-Langfuhr,
Neuer Markt 12 y el 2º, el Dr. Hewilke, de Langfuhr.
El
Sr. Bruno Gröning apareció en mi habitación y estuvo un
rato, me dió un trozo de pan para comer, que anteriormente no habría sido capaz
de comer y a continuación le dijo a mi esposo, esta noche a las 8 pm
sanará.
A
la mañana siguiente apareció el Dr. Hollotz y dijo las siguientes palabras:
“¡Aquí ha tenido lugar un milagro!”, desde ese momento, no he vuelto a sufrir
ninguna enfermedad de garganta.
Así mismo puedo
aportar evidencias sobre dónde el Sr. Gröning ha ayudado a niños, por ejemplo
con parálisis espinal y que no podían oir y ver. En todos los casos ha
funcionado. Nosotros y la gente a la que él ha ayudado, estábamos
desconcertados y lo estamos aún hoy, nos hemos devanado los sesos sobre cómo
puede ser esto. Mi esposo ha trabajado con el Sr. Gröning espiritualmente día y
noche para alcanzar la meta.
Además,
el Sr. Gröning ha tratado con cuestiones no pertenecientes del todo a la
cuestión aquí (las sanaciones), sin embargo, también me gustaría mencionarlos
como por ejemplo el hecho de que ha tratado con receptores de radio, coches y sin
tocar el receptor de radio y estaba desconectado a petición suya. Aparatos de
radio, que realmente no funcionaban, los ha puesto a funcionar otra vez.
Por
causa de la guerra estuvimos separados,
la última carta (de él) la recibimos de un hospital en Kolberg en 1944, desde entonces
cualquier rastro suyo se perdió, pensamos que había muerto, de pronto,
inesperadamente, el 18 de Mayo de 1948, conseguí encontrar (en una copia) del Westdeutsche Zeitung, donde yo estaba,
que el trabajo de Bruno Gröning no había sido en vano, el cual había llevado
durante los 18 años anteriores. Me costaba creerlo aún así había mandado a mi
hijo Waldemar a Herford, que regresó el viernes 20 de Mayo de 1949 y dijo,
“Tienes que ir allí y visitar a tío Bruno”, lo que hice inmediatamente. Del
mismo modo que a mí me había salvado la vida seguro que puede ayudar a miles de
personas (sean ellos) pobres o ricos, eso no importa. Debo al Sr. Gröning los
mayores agradecimientos. Por lo tanto, pido desde el fondo de mi corazón dar al
Sr. Gröning permiso para trabajar.
Firmado Charlotte Adam.
El
artesano carpintero
Anny Baronesse Ebner von Eschenbach, 1960
Una vez pregunté a Bruno Gröning: ¿Es así
que la sanación sólo sirve para el fin de llevar a la gente de nuevo a Dios? ¿Que
como casi todo el mundo está enfermo, ellos escuchan tu llamada y acuden a ti y
a través de ti ahora ellos escuchan acerca de la verdadera CREENCIA EN DIOS,
que tanta gente ha perdido?
Bruno
Gröning: Sí, lo has captado muy bien, así es como es! La gente sin creencia
en DIOS está en verdad atada a tener un cuerpo enfermo, ya que no se encuentran
en el estado de orden divino. Sanar como tal es fácil, sin embargo, hacer que
la gente INVIERTA su MODO DE VIDA es muy difícil.
Mediante este pequeño mantel, puedo
mostrarte mi tarea. Aquí en este bordado algunas líneas se han salido, como si
se hubieran separado unas de otras, estas son la gente que se han separado de
su CREENCIA EN DIOS, aunque aún no hayan caído demasiado presas del Mal. Ahí,
yo puedo unirlas otra vez, dándoles la conexión de nuevo. Yo puedo ayudar al
noventa por ciento.
Sin embargo aquí, como en este bordado en
forma de caracol, donde la gente está entrelazada en sus propios pensamientos,
yo digo “sellado“, no puedo ayudar. Ellos rechazan mi ayuda.
Y aquí en esta parte del bordado que está
toda sacada del borde del mantel, fuera del círculo bordado, esas son la gente
que están CONTRA DIOS, aquellos que viven a costa de otra gente, que llevan el
mal a la gente, ellos oprimen a los demás y son herramientas del Mal. A esos no
los puedo ayudar, porque ellos utilizarían su salud solamente para continuar
sirviendo a las fuerzas del mal.
Si tú miras por la ventana, ahí en esa
gran casa (era la iglesia de Thatiner) también debería haber exclusivamente buenos
pensamientos, pero no los hay. A veces, cuando no hay nadie dentro, yo voy ahí
y la purifico. Para mí es un tormento estar obligado a vivir en tal bloque de
apartamentos, pues yo veo todos los pensamientos de esa gente y a menudo son
horribles. ¡Me gustaría vivir más bien en el bosque que en la ciudad!
Unos días después, me fue concedido hacer
una visita al Sr. Gröning con mi hermana, quien ya se había sometido a
diferentes cirugías. Entre otros comentarios, Bruno Gröning dijo lo siguiente: “Si
tú poseyeras una preciosa mesa, que digamos viene de la época del barroco y la
misma está siendo dañada, ¿vas a llevarla ahora a un carpintero cualquiera? “No“,
dijo mi hermana, entonces la llevaría a un carpintero artesano, de modo que la
mesa no fuera reparada inadecuadamente y perdiera su valor.“
“Correcto“ respondió Bruno Gröning, ¡qué
acertadamente sabes tú esto sobre una pieza de mobiliario! Ahora, nuestro
cuerpo es una pieza de mobiliario aún más preciosa y aún así tú lo llevas a
esos carpinteros ignorantes y les dejas deteriorarlo muchísimo. Ahora has
llegado finalmente al carpintero artesano, el cual primero tiene que eliminar
los errores para recuperar los auténticos rasgos estilísticos de nuevo. Así, que hay que aplicar el cepillo
y eso duele, por lo tanto, ¡no temas y sigue en pie! Mantén tu confianza y cree
firmemente: ¡EL PODER DIVINO SANA!“
Me gustaría añadir aquí que Bruno Gröning
siempre hablaba a la gente con ejemplos, a través de los cuales ellos podían
comprenderle mucho mejor. Mi hermana, por ejemplo, estaba muy interesada en el
viejo mobiliario antiguo. Cuando Bruno Gröning hablaba a los reunidos, (antes
de hablar) él absorbía – como él mismo me decía – los pensamientos de las
personas presentes y, dependiendo de la mayoría, él ponía los ejemplos. Con la
gente rural (él hablaba) sobre la cosecha, la espiga de cereal, el terreno; con
la gente técnica (él hablaba) sobre la emisora de radio, el coche, el motor;
con las amas de casa (él hablaba) sobre cocina, sobre la casa y los niños – sin
embargo era siempre una comparación con el cuerpo, con los pensamientos y con
alcanzar la salud. Yo escuché muchos discursos y conversaciones de Bruno
Gröning, pero los ejemplos eran siempre diferentes, así como la forma, sin embargo
en su contenido espiritual siempre tenían el mismo objetivo:
¡La creencia y la confianza!
¡NO requieras, sino adquiere!
¡No demandes, sino alcanza!
¡NO intentes obtener de Dios, sino
convéncete de su poder!
Fuente:
Josette Gröning (Hrsg.): Der geistig-seelische Heiler (Denkendorf bei
Plochingen/Neckar 1960) Nr. 7, S.
Bruno Gröning amaba a los niños
Recuerdo una escena
particularmente agradable, que ocurrió durante una conferencia. Muchas personas
estaban presentes, y casi todos sintieron la presencia divina. De repente, una
mujer, gravemente discapacitada se levantó y pudo volver a caminar. Caminaba
erguida y con seguridad a lo largo del estrecho margen que había entre las
sillas. La gente se puso de pie y habló con entusiasmo. Todo el mundo quería
ver cómo era capaz de caminar de nuevo. Nicole se quedó sentada, miró inquisitivamente
a Bruno y no se movió pero cuando la mujer pasó a su lado, extendió sus
pequeñas manos y le acarició espontáneamente el vestido y dijo: "Buena
mujer" y se quedó de nuevo en silencio.
Por último, me gustaría ofrecer
un extracto de un comunicado de prensa, que como excepción no era desfavorable.
Leí lo que el periódico "Eco de la Patria" había escrito sobre él.
Este informe fue creado mediante una entrevista a un reportero de un periódico que
habló con un hombre que había estado con Bruno Gröning:
106-108
Bruno Gröning amaba a los niños
Bruno Gröning amaba a
los niños con todo su corazón, en
muchas ocasiones acariciaba
amorosamente con su mano la cabeza de
los niños y otras tantas les abrazó contra su pecho. Su gran deseo era ayudar a los niños y por ello tenía una relación muy afectiva
con ellos.
Bruno Gröning veía a los seres espirituales que acompañaban a los niños. También veía cuando
eran atormentados por las fuerzas
negativas, por lo que luchó contra ellas.
Sólo
aquellas personas que son capaces de ver espiritualmente saben lo que está
pasando en el reino invisible. Con mucha frecuencia Bruno Groening habló sobre el
hecho de que las enfermedades no tienen nada, absolutamente nada que ver con
Dios, sino que son una parte del pensamiento negativo.
Mi
pequeña sobrina Nicole era la favorita de Bruno y a menudo se quedaba con él.
Bruno ya le había enseñado algunas cosas, por lo que la niña a veces sabía cómo
ayudarse a sí misma cuando se caía o se lastimaba, por aquel entonces ella tenía tres años, y cogía unas bolas de papel de estaño que siempre
llevaba en el bolsillo de su delantal, lo ponía sobre la zona dolorida y pronto dejaba de llorar diciendo "se ha ido".
Una
mañana ella irrumpió en el dormitorio acompañada por nuestros dos perros, ya
que los tres eran un equipo inseparable, Bruno se despertó rápidamente por el ruido a
pesar de que había trabajado mucho toda la noche, por las prisas Nicole cayó
sobre la alfombra y se golpeó la cabeza contra el borde de la cama con tanta
fuerza, que cerré los ojos porque pensé que se la tenía que haber partido.
Nicole se puso de pie, frotándose con sus pequeñas manos, torciendo la cara de
terror y a punto de empezar a gritar, pero en ese momento Bruno le preguntó con
una voz firme y clara: "¿Dónde está tu bolita (papel de aluminio)?"
A
través de esta pregunta inesperada y por la actitud serena del "tío
Bruno" que la miró seriamente, lo que no estaba acostumbrado a hacer, se
olvidó de llorar y buscó en el bolsillo la pequeña pelota de papel de aluminio,
y entre piedras y botones pequeños y otras cosas menudas la encontró y al
instante se la puso en la frente.
Después
de algunos minutos, ella dijo: "se fue", volvió a guardar la bolita en
su bolsillo y cuando estaba a punto de salir corriendo Bruno llamó a su
espalda, le miró el bulto, el cual era del tamaño de un huevo de color púrpura con sangre
seca, Bruno le apretó con un dedo firmemente el bulto, pero Nicole no lloró, y
le preguntó ¿duele?, Nicole dijo que no y volvió a reír. Bruno le dio una
palmadita en la mejilla y le dijo: "Ahora vete de nuevo a jugar",
alborotando marcharon Nicole y sus dos perros por las escaleras y todo quedó en
el olvido!.
A
veces, la llevábamos en los viajes y también estuvo presente en las conferencias
con el grupo de amigos. Se sentaba en una silla
con seriedad, en silencio y con paciencia. Sus ojos grandes y oscuros miraban a
Bruno sin descanso, como si fuera capaz de comprender todo lo que Bruno dijo e hizo.
Más
tarde, cuando la gente salió de la habitación, parecía soñar, le tuve que
llamar dos veces hasta que "volvió en sí". Bruno ya se había ido a
otra habitación para estar solo por un momento después del extenuante trabajo
de sanación.
Aparentemente
Nicole no había visto eso ya que su primera pregunta fue: ¿Dónde está el tío
Bruno?, ¿Habría estado durmiendo con los ojos abiertos?, la tomé en mis brazos
y me fui con ella donde Bruno. Ella tenía la carita un poco pálida, tendió los
brazos hacia él. y la cogió tiernamente, sin una palabra, en su regazo, y la
niña le susurró al oído: "tío Bruno, ¡Te quiero tanto!".
Hace
varios años visitamos a una mujer que tenía una hija pequeña de unos cuatro
años. La chica parecía un ángel. Tenía un pelo largo y rubio que llegaba hasta
sus caderas, y unos ojos azules maravillosamente brillantes, pero la pequeña
criatura estaba muy enferma, su cabecita se tambaleaba en todas las
direcciones, además, era sorda y muda, aunque los ojos parecían hablar. Casi me
congelo ante tanta miseria, era desgarrador lo mucho que la madre sufría y le
preguntó a Bruno si le podía ayudar.
Con
gran calma y notable bondad Bruno puso sus manos sobre la cabeza de la mujer
"Cálmate" le dijo. La niña miró a Bruno durante un buen rato, como si
su alma tuviera la sensación de que esta persona iba a ser capaz de curarla.
Bruno indicó a la madre que debía sentarse, ésta se sentó en un sillón. Durante
mucho tiempo se hizo el silencio en la habitación. Bruno tenía los ojos cerrados
y oró.
Luego
le preguntó a la madre si le podía entregar a la niña en sus brazos. La niña
no tenía miedo, se le veía con confianza
y, finalmente, sonrió. La madre gritó suavemente y comenzó a llorar. "Es
la primera vez que mi hija se ríe" dijo. Bruno no hizo caso, siguió hablando
en voz baja a la muchacha y le habló de Jesús recién nacido. La niña de repente
y por un momento puso el gesto de querer llorar.
Bruno dijo a su madre: "La niña ahora oye, pero hay que evitar el ruido y
no hablar en voz alta ya que en primer lugar se tiene que acostumbrar a los
sonidos".
Luego
tomó una pelota de su bolsillo y se la entregó a ella. Fui testigo de cómo la
niña estiró sus delgados brazos sin fuerza y torpemente abrió su mano cogiendo
la pelota. Bruno acarició tiernamente su dorado pelo rizado. Luego, puso a la niña en
el suelo y empujó un pie delante del otro. "Eso es todo por hoy",
dijo Bruno. "Practica todos los días y todo va a ir bien, yo estoy aquí con
vosotras".
La
mujer se arrodilló llevando las manos hacia Bruno y diciendo solamente
"gracias, gracias", su cuerpo se estremeció con un sollozo. Bruno la
miró con calma, puso su mano otra vez en su cabeza y le dijo: "De gracias
a Dios y guarde su fe, Dios la protege a usted y a su hija! con estas palabras,
se precipitó hacia la puerta y se fue. Varios años después, nos enteramos de
que la niña está viva, sana y feliz en la escuela... (Además, este informe está
disponible como un testimonio en el archivo de todos los documentos).
"...
Se sabe que Bruno Gröning es apoyado y protegido por las tribus gitanas
acampadas al oeste de Alemania. Es menos
probable que se sepa cómo se ha gestado esta relación”.
En
uno de sus muchos desplazamientos, Bruno Gröning se acercó una vez a varias
familias gitanas que habían instalado su campamento en las afueras de un pueblo.
Cansado, se detuvo y mantuvo una conversación con algunas mujeres, quienes le
llevaron al campamento y le sirvieron una comida.
Desde
la escalera de los pequeños vagones en donde Groening se sentó, miró hacia el
centro del corro que estos formaban dónde sólo quedaban los restos humeantes de
una débil fogata. Alrededor jugaban los niños. Desde uno de los vagones se oyó
un grito y rápidamente la pequeña multitud se dispersó como una bandada de
palomas asustadas. Dos muchachos se quedaron en cuclillas en el suelo con una
mirada de nostalgia hacia los otros niños. Eran gemelos y desde su nacimiento
las piernas de ambos estaban paralizadas.
Una
gitana anciana, que era capaz de leer las manos y las estrellas, dijo al
desconocido Gröning refiriéndose al destino común de los dos niños (uno de los
cuales apoyándose en las manos, se arrastraba penosamente tras una pelota había
rodado lejos), "Está en sus manos". Gröning se levantó lentamente y
con un pie hizo rodar la pelota hacia los chicos por lo que estos se fijaron en
él.
"Un
hombre vendrá del exterior" continuó la gitana anciana, "y él les
sanará”. “Siento que el tiempo está cerca. Ahora las estrellas se posicionan
como se supone que deben", y durante mucho tiempo Bruno Groening permaneció
con una mirada extraña en sus ojos la cual era profunda e inquisitiva.
Lentamente dio un paso hacia los chicos que le estaban mirando, estos no le tenían
miedo ya que antes les había pasado la pelota que había rodado lejos de ellos.
En la mirada de los niños se apreciaba un sentimiento agradecido y familiar.
Gröning
estaba en silencio. De repente con un parloteo ruidoso varios gansos paseaban
fuera de la sombra de un vagón dirigiéndose hacia un charco. Llevaban el
cuello estirado y corrían mucho.
"Corred
tras ellos" dijo Groening a los muchachos, "¡Corred!".
¿Qué
más puedo decir? completó el narrador su informe, "los muchachos se
levantaron tambaleándose detrás de los gansos, manteniendo el equilibrio con
ambos brazos. Unos días más tarde se fueron como niños normales. Y desde
entonces, Gröning ha estado bajo la protección especial de los gitanos".
Fuente:
Josette Gröning (publisher.): El Sanador Espiritual, Psíquico (Denkendorf bei
Plochingen / Neckar 1960) No. 5, pp 79-84
106-108
Todas las historias de Bruno Groning son siempre maravillosas
ResponderEliminarme encantan estos testimonios de bruno iradian paz y alegria cracias
ResponderEliminarHOLA HOY en la biblioteca desde el el pueblo de huetor vega GRANADA leo emocionado estos testimonios soy afortunado por estar y poder ayudar cierto es si CONFIAS Y CREES Todo es posible doy gracias a DIOS Y A BRUNO GRONING POR ESTAR EN MI VIDA Siempre agradecido a una llamada MARIA MOLINA (SEVILLA)
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